A PIE DE PÁGINA

Cuando te escuché sonreír por primera vez, me despedí de la cordura de vivir sin esa melodía. Llegué a sentir el hambre de dos desmemoriados, y aún sin poder, quise que se fastidiaran los puñeteros refranes. Rompí entonces una metáfora y mis ojos se inundaron de la serenidad del mar.
Luego el tiempo reparó los espacios vacíos, se comió el miedo, y construyó un túnel entre la garganta y el pecho, para que se columpiasen los fantasmas mucho mejor. Fue entonces cuando el amor guardó silencio para no despertar mi voz y que vibrara lo invisible al oído.
Ahora que soy un folio en blanco con un beso a pie de página, creo que jamás dije tanto.

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