AUSENCIA DE SENTIR

Cierto es que la vida se nos muestra en toda su amplia gama de tintes agridulces, pero es notorio que vivirla es lo más peligroso y difícil.
Si te detienes a pensar racionalmente, se trata de una carrera de fondo, a tiempos asaltada por encrespados y dolientes obstáculos, que no siempre podemos sortear. Nos empeñamos en buscar la felicidad, sin darnos cuenta que la felicidad, o la ausencia de ella, está en nosotros; en como afrontemos el agreste devenir.
Suelo pensar desde siempre en la muerte y la veo con total naturalidad. Somos seres cuyo organismo se va deteriorando, por mucho que nos empeñemos en cuidarlo. Pero cuando tu destino te llegue, mírale de frente y siente que no te miente.
Alegres almas llenas de vida de repente se disuelven. Bondades generosas que sienten y padecen, se esfuman de tu vista como magia oscura, y te resientes…
Al morir, ¿qué se siente?
Supongo que el sueño es lo más parecido a la muerte. Es un pequeño ensayo del momento que nos aguarda, es la ausencia de sentir, ninguno de los cinco ya siente.
Tu cuerpo nunca fue tuyo, ahí permanece. Tu mente detenida no razona, no resuelve. Tu boca ya no habla, no besa, no ríe. ¡Muda sorprende!
Vivimos para morir y morimos para dar vida, pues lo que dejas de tu existencia en el recuerdo permanece.
Referirán tus gestos, tu bondad, tu buen o mal carácter… Dejas aquí tus historias, tu legado, tus enseres, y con pesar, a tus amados seres.
Pero lo que sí está claro es que el que se va, jamás vuelve. Por mucho que le hables, lo llames, le grites…, no te siente.
Allá donde vayan los nuestros, que los traten bien, pues se quedan para siempre.

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